Friday, November 6, 2009

No hay dos o, ¿sí?

Platicando con un emigo de mi visita al rancho y en vista de la aparente muerte de este blog, decidí escribir algo al respecto.

Le platicaba de las coralillo, tarántulas, ninel condes y demás animales que uno se encuentra en el monte. Aunque nada se compara con la letrina. La Letrina. La Letrina™. Oh, my gawd, ¡la letrina!
Digamos que es el equivalente inmóvil de la nefasticidad y el auto-odio, odio por el mundo, las razas y todas las criaturas lindas, y no tanto, del Señor, de Condoleezza Rice.
Cada que algo caía en la letrina, se podía escuchar, así literal, que era tan superficial como los guiones de M.D. House, y también se escuchaban los gusanos comiendo guano.
Ah, al parecer, le enseñé esa palabra a mi emigo: guano. No estaba seguro de cómo usarla, así que le dí un ejemplo: el guano cognitivo de Carla Estrada infecta todos los hogares cuyo ingreso es menor a $2,500 al mes.
En una de esas, de noche, salió un murciélago de por ahí adentro, del hoyo ese del infierno. Eso fue peor que aquella vez que se me cayó mi Paletón Corona a la tierra y mi padre ya no me quiso comprar otro.

Excelente viaje, salvo por el frío insufrible de la sierra que, aún cuando mantenía mis bolas en mi cuerpo todo el tiempo, no era suficiente para ahuyentar a los mosquitos que, según mi recolección, no son partidarios del frío. Aún así, hay ronchas en las ronchas. Comida única, gente real y hermosa en todos los aspectos, saludar a la familia, aún sin entender a algunos, pero ya extrañándolos, hicieron que valiera la pena.

Sin punto de adoración ni próxima distracción, me di cuenta por qué tenía más de 5 años sin ir por aquellos rumbos.